Con Almada y vida
Cómo entender el fútbol. Cómo, si a veces se lleva tan de patadas con la razón. Argentina iba camino a una derrota inexorable porque no le salía una. Y llegó al empate en el momento menos pensado.
Ya habían echado a Enzo, ya Scaloni lo había sacado a Messi, ya había probado Scaloni con línea de cuatro y de tres, ya había chocado Giuliano con todo lo que se podía chocar, ya Nico González había sufrido el síndrome del casi gol que lo acompaña, ya se habían tirado 50 veces los colombianos... Hasta que Thiago Almada decidió hacerse cargo de todo y rescatar el punto del orgullo, el de aquellos que nunca dan nada por perdido. Por estás cosas también se es campeón.
La Selección había tenido una noche sin muchas luces y con algunos rendimientos bajos (De Paul y Molina no salieron al ST). De a ratos se confundió paciencia con abulia y más de una vez se vio a los volantes fastidiosos se con cierta postura de metegol del equipo. Todo lo contrario de lo que suele suceder habitualmente, cuando la incesante movilidad no deja referencias fijas para los rivales.
Faltó dinámica, romper líneas, sorpresa más allá de los chispazos geniales pero con gotero de un Messi al que le costó el uno contra uno y padeció la pegajosa intensidad colombiana. El juego tejido a través del ojo de una aguja encontraba siempre un obstáculo: la imprecisión propia, un cruce justo, un pique a destiempo.
Argentina 1 - 1 Colombia | Eliminatorias Sudamericanas Mundial 2026 | Fecha 16
Antes del 1 a 0, Colombia ya había avisado con Luis Díaz por el mismo sector, pero en la segunda el extremo del Liverpool no perdonó y se cargó bailando a toda la defensa -y no conforme con eso, siguió intratable toda la noche.
Lejos de decir que a Argentina no le iba la vida en el partido, sí hay que marcar que no tenía los apremios de Colombia, la necesidad de sumar para no seguir colgada de un ala. Y eso, aunque sea inconscientemente, pesa. Hubo chances, sí, pero casi no hubo juego.
Todo se terminaba con una sonrisa colombiana, hasta que la rebeldía pudo más, el corazón se desbocó y apareció el alma. Con alma y vida, o con Almada y vida, Argentina llegó al empate. Y entonces las sonrisas y el reconocimiento y los aplausos y el dale campeón fueron todos nuestros.
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