El primer jugador en pasar de River al Real Madrid: “Pensé que era una broma”
Mastantuono es el cuarto futbolista surgido en las inferiores de River en ser transferido de manera directa del club argentino al español. Antes del Pipita Higuaín y Pinino Más, el primero –en 1971- fue el Chavo Anzarda, que no creyó que el interés no era real. “Me citaron para una reunión y no fui”, se ríe a sus 75 años, y recuerda un par de roces con Santiago Bernabéu.

Franco Mastantuono se acaba de sumar a un club, el de jugadores formados en River que pasaron de manera directa al Real Madrid, con muy pocos socios, ahora con –apenas- cuatro. Todos delanteros o futbolistas de función ofensiva, el último hasta ahora había sido Gonzalo “Pipita” Higuaín, vendido de Núñez a Madrid en diciembre de 2006.
Atrás, en 1973, había sido el turno del legendario Oscar “Pinino” Más, el segundo máximo goleador en la historia de River. Pero del primer caso, el que abrió el camino sin escalas del Monumental al Santiago Bernabeú, pocos se acuerdan: en 1971, a Eduardo Aníbal “Chavo” Anzarda apenas le bastaron 10 partidos en River para ser transferido a la “Casa Blanca”.
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“Pensé que era una broma de mis compañeros. Me citaron para una reunión con dirigentes del Madrid y no fui. Después, cuando llegué a España, Santiago Bernabéu me tenía encerrado en una pensión”, se ríe hoy Anzarda, a sus 75 años, en referencia al presidente del Madrid que inspiró el nombre del estadio en el que River le ganaría a Boca la Copa Libertadores 2018.
Mucho después que River y el Real Madrid, Anzarda se haría conocido en el ambiente del fútbol por su apodo: Chavo. “Me lo puso un compañero de Platense, Jorge Guyón, a comienzos de los 80. Estábamos en un aeropuerto, el vuelo se demoró y me tapé con un gorrito, para tratar de dormir, que me tapaba las orejas. Guyón dijo ‘ahí está el Chavo del 8’ y todos empezaron a llamarme así”, explica, en alusión al personaje central del actor mexicano Roberto Gómez Bolaño.
Platense fue el anteúltimo paso de su carrera como futbolista –terminaría en All Boys en 1984, “ya con problemas en las rodillas”-, pero el “Chavo” sería su santo y seña para su posterior, extensa y exitosa trayectoria como técnico. Entre 1985 y 2014, Anzarda dirigió, entre otros equipos, a Platense, Chacarita, Atlanta, Atlético Tucumán, el propio All Boys, Los Andes, Huracán de Tres Arroyos –ascendió a Primera División en 2004- y la selección de Arabia Saudita.
Sin embargo, en su formación como jugador en River primero, y en su paso por el Real Madrid después, a Anzarda nadie le decía “Chavo”. “En River era el ‘Gallego’ Anzarda, porque tenía el pasaporte español por intermedio de mi mamá: mi abuela nació en España y heredé la nacionalidad. Y en el Real Madrid era el ‘Pibe’ Anzarda, algo que había quedado para los argentinos de la época de Alfredo Di Stéfano”, dice Anzarda, en referencia de la mítica Saeta Rubia, el jugador que definitivamente unió a los dos clubes, aunque con un paso intermedio de cuatro años por Millonarios, de Colombia.

“Nací en 1950 y comencé las inferiores en River desde Novena hasta Primera. Estaba en la misma categoría de Mostaza Merlo, Jota Jota López y el Polaco Daulte. En River me veían bien pero me quería foguear y en 1969 me dieron a préstamo a la Primera de Unión (7 partidos y 2 goles, uno de ellos a Newell’s en una noche histórica en la que el equipo santafesino perdía 3-0 y ganó 4-3). Además eran años bravos para River, que estaba en medio de los 18 años sin títulos, pero volví en 1970 y debuté en la Primera a fines de 1970, contra Racing en Avellaneda. Se había lesionado Pinino Más y me metieron a mí de entrada. El técnico era Didí, el brasileño. No me lo olvidó más: ganamos 2-0 con dos goles míos. Era mi sueño. Yo sólo quería jugar en River, soy hincha del club”, dice el Chavo, que entonces tenía 20 años.
Aquel clásico de gloria para Anzarda se jugó el 22 de noviembre de 1970, por el torneo Nacional, y Anzarda se ganaría un lugar en las fechas siguientes: sería titular ante San Lorenzo, Newell’s, Talleres y Chacarita, a quien le convertiría su tercer y último gol en River, y luego ingresaría en el segundo tiempo contra Gimnasia de Mendoza. River, sin embargo –fiel a sus frustraciones de la época-, quedaría eliminado de la pelea por el título: a las semifinales del Nacional se clasificaban los dos primeros de cada zona y el equipo de Didí terminó tercero.
De todas maneras, en medio del fracaso colectivo, Anzarda se había ganado un lugar en el plantel de River para 1971, ya con 21 años cumplidos el 25 de enero. Pero tampoco jugaría mucho: únicamente sumó cuatro presencias, todas en abril, con dos ingresos en los segundos tiempos contra Vélez y Estudiantes, y dos titularidades frente a Newell’s y Chacarita, ya sin goles convertidos. En ese rol secundario, el 27 de julio jugó un amistoso contra Huracán de Corrientes sin imaginarse que estaba por ocurrir algo insólito: sería su despedida de River porque el Real Madrid lo estaba buscando.
“Esas cosas no pasaban. Yo alternaba en River desde hacía menos de un año y, además, en España no se permitían las compras de extranjeros. Pero del Madrid me estaban siguiendo porque sabían que podían sumarme como oriundo. Ese tipo de incorporaciones sí estaban habilitadas, las de los jugadores con doble nacionalidad. Yo nací en Palermo pero también era español. En el Madrid ya jugaba (Juan Carlos) Touriño, que había debutado en Quilmes pero tenía pasaporte español”, dice Anzarda.

Era tan sorpresivo que un joven con 10 partidos y 3 goles en la Primera de River pasara al Madrid que el propio Anzarda no le creyó: “El capitán del equipo era (Carlos) Della Savia. Un día se me acercó en el vestuario y me dijo ‘Hay una gente del Real Madrid que quiere charlar con vos. Tenés que ir al hotel Plaza, en Florida y Santa Fe’. Yo era uno de los más chicos del plantel y pensé: ‘Éste me está haciendo una broma, una cargada. Quiere que vaya ahí, no haya nadie y al día siguiente, cuando vuelva al entrenamiento, todos me burlen’. Yo tenía calle, así que no fui a la cita, y hasta me imaginé la respuesta que le daría al otro día, cuando tuviera que volver al entrenamiento de River. Estaba decidido a decirle algo así como ‘Che, muy bien, la pasé bárbaro con los españoles’, pero Della Savia no me daría tiempo. Cuando llegué a la práctica del día siguiente, vino y me retó: ¿Pero qué hiciste, boludo? Me hiciste quedar mal. ¿Por qué no fuiste?’. Yo no le había dicho a nadie que no había ido, así que evidentemente los españoles le habían avisado de mi ausencia. Ahí me di cuenta de que el interés era de verdad y le respondí ‘Deciles que voy hoy a la tarde’”.
En efecto, un emisario del Real Madrid (como Juni Calafat ahora, con Mastantuono) estaba en Buenos Aires para cerrar el pase de un jugador de River. Incluso, ya había acordado con los dirigentes del club de Núñez y sólo restaba la autorización del propio Anzarda: “Yo estaba bien donde estaba, mi sueño era jugar en River y lo estaba cumpliendo. No pensaba en un equipo como el Madrid. En esa época había menos información. Así que no sabía qué responderles. Le pregunté a mi papá y me dijo que sí, que aceptara, que era el equipo de Di Stéfano, la élite total. Así que a los 15 días ya estaba en España, no como extranjero sino como oriundo. Fue todo muy rápido. Y aparte era más plata: los juveniles en River no teníamos casi sueldo en Primera, cobrábamos unos premios y no mucho más. En el Madrid tampoco gané tanto, era poco, pero cuatro o cinco veces más que en Argentina, así que estaba contento”.
Sigue Anzarda:
-“Llegué a España en 1971 y Santiago Bernabéu, el presidente, no quería que los solteros del plantel viviéramos solos, entonces nos metieron en un hostel, un tipo de pensión, y estábamos ahí, encerrados. Nos tenía arruinados, jaja. Nos controlaba a muerte. A las 11 de la noche ya teníamos que estar en el hostal. Éramos cuatro: Santillana, que era de Santander; Verdugo, que era de Córdoba, y Corral. Cada uno en su habitación. Miralo a Mastantuono ahora: ya es multimillonario”.
-“Llegué para jugar la temporada 1971/72. El primer año fui titular. En el debut, contra el Betis, estaba nervioso. Ganamos 2-0 pero anduve regular. Entonces entraban 100.000 personas en el Bernabéu –el estadio ya tenía ese nombre, aún con el presidente en funciones-, todos de pie. Yo estaba acostumbrado al Monumental pero eso impresionaba. En el segundo me solté: ganamos 2-1 al Burgos de visitante y metí un gol, el primero. Y en el tercero, contra el Celta de local, metí dos goles y me anularon otros dos. Entonces la hinchada empezó a quererme. Y también marqué otro gol en la cuarta fecha, al Córdoba”.
-“Era un equipo sensacional. Jugaban Pirri y Santillana. Bernabéu no era un dictador pero sí era muy estricto en las normas del club. Tuve dos o tres roces. Yo usaba el pelo largo y un día me cruzó: ‘Usted, Anzarda, parece una niña’. Quería que me cortara el pelo. Pero del Real Madrid soy muy agradecido y aprendí mucho para la vida: los valores, el respeto, el compañerismo. Y estaban en todos los detalles, muy adelantados. En el Día de la Madre en Argentina, en octubre, llamé a mi mamá y me dijo ‘gracias por las flores, hijo’. Yo no le había mandado nada: había sido el Madrid. Y encima andaba bien, era titular, el técnico era Miguel Muñoz y me quería”.

Anzarda sería campeón de la liga española en aquella temporada, la de 1971/72, aunque perdería brillo sobre el final de la campaña, cuando en febrero de 1972 sufrió una hepatitis que lo marginó de las últimas fechas. Luego -cada vez con menos presencia- jugaría una segunda temporada en la Casa Blanca, la 1972-73, incluso con un gol en la Copa de Campeones de Europa, el torneo que hoy se llama Champions League. Sin embargo, luego de 32 partidos y 9 goles en el Real Madrid, la llegada de su ex compañero en River, y segunda venta directa entre los clubes de Núñez y Chamartín, Oscar Pinino Más –esta vez no como foráneo sino como extranjero, ya habilitado ese cupo en España-, lo decidió a dejar Madrid.
“Cuando llegó Pinino, me di cuenta de que iba a jugar poco y me fui al Betis, que estaba en la B. Pero también en mi primer año salimos campeones y ascendimos. Me enamoré de la ciudad y del equipo”, dice Anzarda, que en seis temporadas en la porción verde y blanca de Sevilla jugaría 101 partidos y marcaría 30 goles, incluso en competiciones europeas. Recién en 1980 regresó a Argentina para jugar en Platense. Nunca más, ni como futbolista ni como técnico, volvería a River ni al Real Madrid.
Ya alejado del fútbol profesional, Anzarda la pasa bien: “Ahora vivo entre Tres Arroyos y Buenos Aires, pero justo me enganchaste en Sevilla. Vine a saludar a amigos, muchos ex compañeros. Ya tengo 75 años, estoy mayor, y sigo con fuerza, pero quién sabe en el futuro. En Madrid me quedaron menos amigos. Muchos de mis compañeros del Real murieron, una cosa rarísima: Amancio, Manuel Velázquez y otros”, explica.
“¿Mastantuono? Y, con 17 años ya llegó a la selección. Está en otro nivel”, se rinde el fundador de un club con sólo cuatro socios, el de jugadores formados en River que pasaron directo del Monumental al Bernabéu.
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